24.12.08

Notas sobre el trabajo de la memoria,
por Jean-Louis Comolli



A propósito de los films de Gianikian y Ricci Luchi vistos en el Festival del Popoli (y de Mer dare, de Artavadz Pelechian) partiré de la cuestión que se plantea al cineasta que utiliza archivos filmados, y este asunto puede remitirse a una formulación simple: ¿cómo volver a hacer presentes -presentes en el film, para un espectador aquí y ahora- imágenes y sonidos, incluso imágenes sin sonido, que vienen del pasado, se refieren a él, toman de él sus códigos y sus condiciones de existencia? La cuestión no es simple. Los archivos filmados pueden eventualmente ser mostrados, lo cual no significa que recuperen valor y vida, que encuentren sentido y posibilidades de producir efecto. Diría de buena gana, por el placer de la paradoja, que la mayor parte del tiempo, cuando se montan archivos en los films o en la televisión, es para matarlos por segunda vez, liquidarlos, vaciarlos completamente de toda sustancia activa y guardarlos de una buena vez por todas -se cree- en el depósito de los fetiches desafectados. De modo que ¿cómo volver a dar vida y vigor a las representaciones del pasado? La respuesta es simple: poniéndolas nuevamente a trabajar. Es decir permitiéndole al espectador del film -sujeto activo, consciente e inconsciente- tratar por sí mismo con esas trazas fílmicas, entrar con ellas en una relación nueva, inédita. Se trata, entonces, en efecto, de hacer ver nuevamente lo que se supone que ya ha sido escuchado. Y esto exige que las trazas filmadas del pasado sean de alguna manera reactuadas, puestas nuevamente en juego, es decir en texto; que vuelvan a ser significantes en la cadena significante, la que no despierta sino apuntando a un sujeto. De modo que: trabajo. Considerar que los archivos no están ya "dados" sólo porque han sido registrados ayer o anteayer, es decir vistos y leídos, sino que están siempre por venir, por construirse en obra. No me gusta esa llave maestra de los mensajes oficiales, que no dudan en decir "deber de memoria". Si hay memoria, es que hay también trabajo. Dicho de otro modo: juego, goce, y hasta goce de la pérdida.

Incluido en Ver y Poder. La inocencia perdida: cine, televisión, ficción, documental, de Jean-Louis Comolli.


[En las imágenes, Mer dare, de Artavadz Pelechian.]