Ojo de vanguardia,
por Diego Trerotola
En 2002, Peter Tscherkassky aterrizó en el Bafici como un marciano. Su Trilogía en Cinemascope partía de un lugar extraño: tres secuencias donde se apropiaba de fragmentos de otras películas para convertir al cine en un ovni pensante. No se trataba de una más de esas películas de metraje encontrado, de found footage, porque su efecto era un viaje espacial a la paradoja: el homenaje destructivo. En el gesto de deshacer la lógica ajena pero manteniendo su energía originaria, Tscherkassky aniquilaba la visión fatigada de la repetición de lo mismo. Así, los ojos nuevos sobre viejas promesas visuales hacían de la experiencia una relectura que salía al encuentro de la tensión entre ruptura y continuidad de movimiento e ideas. Una película de acción no perdía su poder cinético sino que ganaba en vértigo, al mismo tiempo que, sin usar palabras, las mismas imágenes servían para analizar los procedimientos que permitían ese vértigo. El cine se podía pensar con el cine: la inteligencia de la máquina existía.
Este año, por un surco diverso, The Revue de Sergei Loznitsa sigue los pasos de Tscherkassky. Aquí no hay viaje afiebrado, más bien se trata de una reflexión en medio de la exaltación política de la construcción de una utopía (que, de alguna manera, es una forma de vértigo). Loznitsa se apropia de noticiarios soviéticos de los 50 y 60, pero no para hacer una película de compilación, de información sobre un período histórico, sino para pensar con las imágenes. Sin voz superpuesta, sin intervención más allá del montaje, The Revue establece las tensiones entre el mundo del trabajo y los espectáculos culturales, entre la teatralidad coreografiada y lo espontáneo impensable, entre ideología y arte, entre mirada estilizada y mirada testimonial. Así, en las películas que tratan de crear una idea oficial y positiva de la cultura, Loznitsa encuentra un proceso de crisis donde, en la puesta en relación de las imágenes, se forma un mapa caleidoscópico de trayectos que multiplican el conflicto de la representación de ideas políticas y estéticas. Y el buen cine, con su implacable ojo de vanguardia, puede captar, incluso antes que la mente, los destellos de la virtud y del fracaso de la realidad.
Publicado originalmente en el diario del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, Sin Aliento (Número 3, Año 7, jueves 11 de abril de 2008).
[En las imágenes, The Revue, de Sergei Loznitsa.]
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