A continuación, la transcripción completa del seminario a cargo del cineasta norteamericano Bill Morrison, dictado el pasado 6 y 7 de diciembre en el EFT de Buenos Aires:
Es un placer estar aquí, vamos a ir comenzando. Como ya mencionaron en la presentación, soy pintor, comencé como pintor, y siempre me interesó mucho poder combinar lo estático con la imagen en movimiento. Estudié en Cooper Union, Nueva York, con el gran animador Robert Breer, quien históricamente predicó la idea del cine como 24 pinturas por segundo. Personalmente, traté de realizar animaciones pero me pareció extremadamente difícil y por eso se me ocurrió empezar a animar objetos y material previamente existente. Luego de graduarme en la escuela de arte, me uní a la compañía de teatro Ridge Theatre de Nueva York -mi compañera y colaboradora Laurie Olinder está hoy aquí con nosotros, donde todavía ponemos en escena shows multimedia para distintas producciones. Laurie se encarga de las proyecciones de diapositivas y yo de las de cine y video. Una de nuestras primeras colaboraciones fue en 1992, para una producción teatral llamada ‘Jungle Movie’, y fue un trabajo llamado Footprints.
Footprints fue realizada en gran parte con una Optical Printer, refotografiando fragmentos de películas cuadro a cuadro. Me interesaba reunir pequeños fragmentos de películas de archivo y, a su vez, filmar otras del televisor con una cámara de Super 8, lo cual aumentó mucho mi acceso a diferentes imágenes. Respecto a su edición, la mayoría fue realizada en cámara. Básicamente, hacía una película en Super 8 de 35 o 40 minutos unida a través de cortes por apariencia o forma y luego la pasaba en la Optical Printer, fotografiando 1 de cada 6 cuadros, condensándola en una película corta y rápida. Esta se convirtió en una especie de borrador y después fui editando sobre esta base. Al comienzo del film, podrán reconocer el logo de 20th Century Fox, al cual le agregué un producto químico para destapar cañerías llamado ‘Draino’ que fue comiendo la emulsión de la película. Más adelante, me interesaría más en ver como este tipo de maltratos ocurrían con el paso del tiempo.
Por otra parte, algunas de las imágenes más viejas que se ven en esta película provienen de algunas de las colecciones primitivas en papel. Me interesó mucho esta colección –Paper Print Collection- ya que era como un híbrido entre la pintura y la animación. Estas eran películas filmadas originalmente en fílmico, luego impresas en papel y finalmente refotografiadas otra vez en material cinematográfico. Esta colección estuvo perdida, dentro de los mismos archivos, por unos 30 o 40 años hasta que en los ‘50 y ’60 fueron encontradas y transferidas a fílmico nuevamente. Me interesé en esta historia a partir de unas notas escritas por Ken Jacobs para su film Tom Tom the Piper’s Son (1969), en el cual tomó una de estas antiguas películas de cortometraje y la expandió a 2 horas de duración. En esas notas mencionaba a la persona que se encargó de tomar todas esas copias en papel y refotografiarlas en fílmico. En ese momento sentí que tenía algo en común con esa persona por mi experiencia al realizar Footprints y que esa era una historia que yo podía contar.
De modo que comencé a investigar quién era este hombre que había realizado semejante trabajo y fue entonces que me enteré de otra persona que había redescubierto todas esas películas en las bóvedas de los archivos y que era prácticamente desconocido. En 1992 viajé a Los Angeles y entrevisté a estos dos hombres. A partir de estas charlas realicé una película llamada The Film of Her (1996). Para esta desarrollé un guión de 120 páginas y comencé con la idea de hacer un documental tradicional pero al final me incliné más hacia la idea de realizar algo inspirado en La Jetée (1962) de Chris Marker. Algo en donde las imágenes contasen la historia. En definitiva, lo que hice fue condensar todo ese guión en algo rápido. Y cuando necesitaba alguna imagen en particular iba a los archivos con eso en mente y lo buscaba.
Lo importante para señalar respecto a estas dos películas es que trabajan los distintos fragmentos de films como fragmentos de la memoria. Esta es la idea que me acompaña en la mayoría de mis trabajos. Que un archivo puede actuar como la memoria cerebral y el archivista o el cineasta pueden ayudar a recuperar recuerdos que incluso parecían inexistentes.
Años más tarde, comencé a interesarme en dejar el cine primitivo y adentrarme en el cine moderno de los ’20. Antes de 1950 el cine se imprimía en material de nitrato y como muchos de ustedes sabrán este formato ya no existe, ahora se imprime en acetato. Gran parte de nuestra herencia cinematográfica se ha perdido debido a la naturaleza volátil del nitrato. De hecho, la mayoría de estas películas existen todavía porque se imprimieron también en papel y esto resultó ser más resistente. En 1992 vi la película Lyrical Nitrate (1990) de Peter Delpeut, que documenta varias filmaciones encontradas que estaban prácticamente disolviéndose por el paso del tiempo. Esto se convirtió en una gran inspiración para mí. Especialmente hacia el final de esta película, donde hay una escena en la cual Eva le da a Adán una manzana y, en ese preciso momento, toda la emulsión se desprende. Fue ahí cuando comencé a pensar que este tipo de deterioro podría tener una fuerza narrativa.
En 1999 estaba mostrando The Film of Her en una conferencia en South Carolina, dentro de un simposio de películas huérfanas, y sabía que en su biblioteca tenían una gran cantidad de noticieros cinematográficos Fox Movietone guardados, esperando, en un clima muy húmedo y caluroso. Entonces aproveché un receso y fui a la biblioteca y busqué a través de su computadora: “deterioro de la emulsión”. Recibí miles de casos con esta descripción, por lo que modifiqué el criterio de búsqueda a: “deterioro severo de la emulsión”. Entonces aparecieron unos cientos de películas. Una de las primeras imágenes de este tipo que vi fue una en la que un boxeador luchaba con lo que parecía ser una mancha amorfa en vez de su saco de boxeo. Debido a que la emulsión se había descompuesto en ese costado de la imagen, parecía estar luchando contra la nada misma. Una hermosa metáfora, pensé en ese entonces.
Al mismo tiempo, a Laurie y a mí nos habían encargado una proyección para acompañar una sinfonía del compositor neoyorquino Michael Gordon que no había sido escrita aún. Entonces se me ocurrió, luego de ver esas imágenes del boxeador, que podríamos hacer un trabajo enteramente basado en estas relaciones entre las imágenes y su deterioro. Este fue el comienzo de Decasia (2002).
A partir de ahí, buscamos imágenes en videos y, en algunos casos, en copias de referencia. En estos segundos casos podíamos obtener una idea bastante precisa del deterioro de la imagen. Pero con los videos era imposible saberlo. Era una ciencia inexacta.
Lo que buscaba al ir de un archivo al otro eran ejemplos de personas en alguna especie de conflicto. A veces no importaba de qué conflicto se tratase, simplemente personas en situaciones atléticas, religiosas, de amor, de éxtasis. Irónicamente, cuando trataban de trascender ese estado corpóreo, la misma emulsión sobre la que estaban impresos se descomponía. En este sentido, Decasia puede ser vista como una ironía o un chiste, pero para mí también encapsula lo heroico de nuestro ser.
Una vez que reuní una buena cantidad de fragmentos deteriorados, comencé a seleccionar aquellos en los que este deterioro interactuaba con las imágenes originales, convirtiéndose en un personaje más. Esta selección no fue muy fácil, ya que los archivos tienden a ser muy protectores de sus colecciones. Por eso hubo muchas puertas no del todo abiertas al comienzo. Yo preguntaba “¿podrían mostrarme sus películas en mal estado?”, a lo que respondían, con orgullo, “no tenemos películas en mal estado”. Eventualmente, encontraba a alguien de mi edad trabajando en los archivos y se convertía en mi contacto. Después de Decasia me convertí en alguien conocido en el mundo de los archivistas y eso me facilitó el acceso a sus colecciones.
Un par de años más tarde, regresé a uno de los archivos en los que había conseguido material, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, allí es donde se encuentra la mayor parte de la producción cinematográfica del país. Ellos me habían ayudado mucho a realizar Decasia y me consiguieron esta otra película gravemente deteriorada del año 1926 titulada The Bells, protagonizada por Lionel Barrymore y Boris Karloff. Es una película muy extraña. Para empezar, el protagonista es un asesino -con el que el espectador se identifica- que soluciona todos sus problemas al matar a otra persona al final del film. Entonces, desde un punto de vista moral, era como una suerte de narrativa inversa. A partir de esta película realicé dos trabajos: la primera trata la ambivalencia moral de la original, titulada The Mesmerist (2003), y la segunda, una especie de poema de amor llamada Light is Calling (2004), utilizando dos personajes secundarios y música de Michael Gordon. El fragmento utilizado para la segunda era de 1 minuto y 40 segundos de duración y lo que hice fue estirarlo 4 veces y, para que no parezca una sucesión de imágenes fijas, fue doble expuesto un cuadro encima de otro, de esta manera cada cuadro contiene su imagen y la imagen del cuadro siguiente.
Por otra parte, en 2004, realizamos otra sinfonía con Michael Gordon titulada Gotham. Como su nombre lo indica, se trata de una sinfonía sobre la ciudad de Nueva York. Más adelante, revisando material sobre icebergs para un proyecto sobre el hundimiento del Titanic, encontré unas filmaciones fantásticas de aproximadamente 10 años más tarde del hundimiento. Eran de la International Ice Patrol, formada para localizar y explotar grandes formaciones de hielo desprendidas y a la deriva en el océano. How To Pray (2006) está compuesta de filmaciones tomadas en el décimo aniversario del hundimiento del Titanic y es la segunda entrega de The Highwater Trilogy.
A modo de conclusión, unas palabras respecto al trabajo realizado con material de nitrato—debería mencionar que está compuesto de los exactos ingredientes que la pólvora: ácido nítrico, alcanfor, algodón, ácido sulfúrico. Todo combinado para hacer un gel al que luego se lo corta con la forma de la película, se lo perfora y se lo recubre de emulsión. Lo que se ve en una película como Decasia (o Light is Calling) es que todos estos ingredientes están desintegrándose, volviendo a sus estados originales. Debido a esto, legalmente no estoy autorizado a manipularlo personalmente. Tampoco la mayoría de los laboratorios. Para hacerlo, hay que contar con una póliza de seguros que cubra ese tipo de película, dado a su naturaleza inflamable y extremadamente volátil. Ya que una vez que se empieza a quemar no puede ser extinguido, sigue quemándose incluso bajo el agua. De ahí que, cuando llegaba a un laboratorio con un bolso lleno de películas de nitrato y les explicaba que tenía ese material y quería duplicarlo, rápidamente me enseñaban el camino a la salida. Pero hay un par de laboratorios con los que trabajo que sí se encargan de manejar el nitrato. El procedimiento a seguir era realizar un master positivo en acetato del original y reimprimir a partir de ese master. En todos los casos, el material en nitrato era enviado de regreso al archivo de donde lo habíamos retirado. Y de ahí en adelante, era derivado a la gente encargada de los materiales peligrosos.
Una sola vez manipulé personalmente nitrato solo para elegir partes de una película de la que no existía copia de referencia. Me puse antiparras, guantes, traje, botas encima de los zapatos y todo el equipamiento de seguridad. Complementariamente, había una aspiradora que removía permanentemente los vapores. Y aún así, luego de trabajar por unos minutos, tuve un gran dolor de cabeza por el contacto directo con el nitrato. Mucho más heroico fue el trabajo de Laurie, que hizo diapositivas directamente con este material sin ningún tipo de protección.
Muchas gracias a todos, han sido un público fantástico.
6 y 7 de diciembre, 2006.
[Gracias a Natalia por las fotos. Las demás: Footprints, The Film of Her, Decasia y Light is Calling, de Bill Morrison.]